TU CUEVA, MI CUEVA, SU CUEVA

El mejor y màs prolìfico momento de mi historia creativa durò cuatro noches, y el lugar que me llevò a aquel puro éxtasis fue mi cama del quinto piso en el nùmero 2 de la Avenida de Andalucìa. Aquel dormitorio, sofocante en verano y puro iglù en invierno, consiguiò que me olvidara del bullicio vecinal tras la ventana y de la palpitante vida familiar del otro lado de la puerta. La fòrmula era simple: Noche + Cama + Papel y Boli, y la radio claro, aquel locutor que me inspirò durante esas cuatro noches la historia de nuestro amor aventurero e imposible.

Entonces no tenia que demostrar nada, solo queria escribir lo que la voz sensual de aquel hombre me producìa por dentro. Yo tenìa veintidos años. Hoy, con casi el doble de esos años, con una casa decorada ‘fenshuicamente’, en un buen barrio, sentada en mi ergonòmico sillòn de oficina, tecnologìa microsoft a mi disposiciòn, internet, y mil lujos màs, a veces me encuentro pensando, con nostalgia, en aquella antigua y destartalada cama del piso de mis padres.

Es un gran problema el de la falta de desvirtuaciòn. Me encuentro tal vez bloqueada en aquellos orìgenes?, Me siento quizàs desarraigada? Me encantarìa saber si vosotros seguis siendo fieles a aquellas condiciones primeras de vuestra creaciòn literaria…

Cuando pienso en la cantidad de lineas malogradas, perdidas, en trayectos de metro, trenes, aviones, salas de espera, por no tener aquel refugio venerado que era mi cama del quinto, me siento ridìcula.

El problma màs estùpido que me afecta a la hora de ponerme a escribir es, sin duda, la idealizaciòn de la escritura en sì.

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