MI JARDIN, NO TAN SECRETO

Hace algunos dias decidì poner fin a la agonìa de aquella bella planta que marchitaba en el ‘centro tierra’ de mi casa. Testaruda como soy, me puse manos a la obra, consciente de mi falta de experiencia pero con gran confianza en mis manos. Tomando la planta entre ellas, le dije varias cosas bonitas, intentando prepararla para el traumatismo que supondria el proceso de curaciòn.
La operaciòn se presentaba sencilla, pero no exenta de riesgo. El transplante podia salvarla pero tambien matarla.
Aquella operación a ‘tiesto abierto’ poseìa un doble simbolismo… Si la salvaba, mi fortaleza innata seguia intacta, en caso contrario, tendria que replantearme ciertas cosas en mi vida.
Signos, simbolos…a veces me aburro yo misma con mis exigencias continuas.
Hace tiempo, leì en alguna parte que los cambios bruscos de temperatura durante el proceso podian poner en peligro el éxito del transplante y aunque aquello estaba destinado a las plantas de mariguana, me parece obvio aplicarlo a todo tipo de plantas.
Eleji un rincon neutro de la casa, ni frio, ni calor, 0° C, como en el chiste.

El abono que guardé de la ùltima operaciòn, que para mas detalles matò a mi paciente, me serviria de materia prima.
De repente… Que grata sorpresa !!! mi paciente no es uno, sino dos !! Se me escapò una risita al descubrirlo. Uno se convierte en dos, Que lindo, verdad ? La madre naturaleza y sus secretos. Me senti un poco Dr Frankenstein. Estaba creando vida, que osadia no ? de alguna manera era asi, Qué prepotencia la mia !!!
Por suerte habia guardado la carcasa de mi ùltima victima. Hasta para eso tengo suerte. Aquel ser que se convierte en dos, me llena de gozo. Una oportunidad para duplicar tambien la esperanza de vida de mis pacientes. La idea es fascinante, casi orgàsmica.
Entonces descubro algo, hay cierta decompensacion del producto. Una de las ramas resulta mas pequeña junto a la otra; menos hojas, menos tallo, mas fino.
- No pasa nada, le digo, os trataré como iguales.
Sacudi suavemente los restos de tierra en sus raices. La mas grande y fuerte primero. Terminada y en su tiesto, me lanzo sin demora con la pequeña, evitando asi dejarla indefensa demasiado tiempo. La instalo en su nuevo cuerpo, separada de su siamesa. La tranquilizo inconscientemente, le digo que todo ira bien. Mis dedos inexpertos pero firmes aseguran con algo de presiòn la consistencia de su nuevo hàbitat. Et voilà, la operaciòn terminada me siento frente a ellas observandolas de cerca, preguntandome qué pasarà cuando se despierten…

Las habia colocado una cerca de la otra, supongo que intentando minimizar el impacto fìsico en los minutos y horas que seguirian.
Pasado un buen rato y sin querer queriendo, les lanzaba miraditas furtivas, esperando encontrarlas siempre en alza, erectas todo lo largo de su tallo, altaneras…
Pasaron algunos dias y la mas pequeña parecia sana y llena de vida, sus arrogantes y ergidos tallos miraban descaradamente hacia mi tello desnudo mientras que su hermana fuerte, la grande, parecia decaida, al borde de sus fuerzas. Su verdor mediocre, su textura flacida, todo hacia pensar en un triste comienzo del fin. Mis tripas se ennudaron…
-qué hago??? Qué hago ??? ràpidooooo !!!
Balbuceaba sin a penas consciencia de mis paseos a izquierda y derecha
-Agua!!! El agua es la vida, no?!!
De todas formas, que otra cosa podia hacer.

No supe salvarla. Quizàs no pude, simplemente. Dos dias mas tarde, aquella que debìa sobrevivir naturalmente se apagò en silencio, en el cento tierra, del salon, de mi casa, de mi edificio, de mi barrio, de mi ciudad, de Francia. Se fue tranquil y acompagnada, sin lamentos, durante la noche aun fria de mayo en el 77
Su otra mitad, de un verde intenso y autosuficiente,saludò al nuevo dia sin tan siquiera un lamento, con la confianza de quien ganò una vida entera.

No importa lo grande, fuerte o seguro que parezcamos; solo sobreviviran aquellos que lo sean realmente. El débil, puede ser un fuerte en la sombra. Parece que lo olvidamos siempre. Cuidemos pues al debil, dejando caer una miradita sobre el fuerte de vez en cuando. Su orgullo le impredira pedir ayuda, pero sus làgrimas son hùmedas como las de cualquier hijo de vecino.

CC

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